Ambos son poco frecuentes y al igual que el cervicouterino, se deben en gran parte a la infección por el VPH.

Pueden presentarse como una llaga que no cicatriza y sangra en ocasiones, o como un bulto palpable, así como dolor en la región y/o sangrado vaginal persistente.

El tratamiento puede incluir cirugía, radioterapia y quimioterapia, dependiendo en la etapa en la que se diagnostiquen.

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